La reivindicación de Vetusta Morla llena de optimismo la Sala Razzmatazz
Se apagan las luces. Aparece Pucho, saluda al público catalán y se pone a la percusión al ritmo de La deriva. El resto de la banda se va incorporando, y acompañan al vocalista con sus instrumentos. Un potente comienzo acentuado por la elaborada iluminación y el gran telón blanco que cae del techo. No hay timón, pero hay esperanza en la deriva.
En un momento, la Sala Razzmatazz se incendia de color con Fuego, uno de los temas nuevos que más gustan. Pero si hay una canción que deja claro lo que Vetusta Morla viene a contarnos es Golpe Maestro, por su fuerte carácter reivindicativo y su directo mensaje. La energía, gritos y saltos de la gente constataron que no solo es el grupo quien tiene algo que decir respecto al momento actual.
Un setlist cargado con toda la artillería de su último disco, pero sin dejar de lado anteriores himnos como Lo que te hace grande, Maldita dulzura o Mapas, que fueron coreados por el público.
Si hay algo que destacar es la puesta en escena. Vetusta Morla no vienen solo a deleitarnos con sus letras, melodías y guitarras. Quieren envolver al público construyendo múltiples atmósferas a través de la iluminación y la construcción de leds situada en la parte posterior del escenario. Fue a partir de esos leds cuando pudimos ver como la persona que corre en la portada de La deriva sigue su lucha a contracorriente. Ahí también vimos un personaje boxeando y dos hombres (con cargos públicos) en un homenaje, a mi parecer, al videoclip de “Seven Nation Army” de The White Stripes.
Pero ellos saben que la conexión con el público es lo más importante. Pucho pedía continuamente participación, regalándonos la oportunidad de disfrutar de Valiente cantada por todos nosotros en una versión más lenta del tema. Algo parecido hicieron en la interpretación de Copenhague, con percusión, pinceladas melódicas y coros, en un momento en el que la protagonista era la voz del público.
Después de la locura de La cuadratura del círculo y la reivindicativa Fiesta Mayor, se despedían con un “bona nit, moltes gràcies!”. El público coreaba Saharabey Road pidiendo más. Una sonata fantasma trajo la calma a Razzmatazz, en un silencio exigido por la misma gente. Pero aun quedaban algunos mensajes por gritar: “hay tanto idiota ahí fuera” y “sálvese quién pueda” retumbaron en la sala. Más tarde, Pucho sacó las claves y la pandereta para cantar El hombre del saco. Y antes de irse presentaron al equipo que les acompañaba en la gira, agradecieron a Razzmatazz y al público, y el vocalista cerraba el concierto con un mensaje optimista en forma de speech hablándonos de las derivas que todos tenemos, “derivas emocionales, políticas, sociales, personales, terrenales…”. Desaparecieron del escenario.
Obviamente eso no había terminado. Los días raros sonaba precedida de su particular intro instrumental. Una impetuosa y majestuosa canción que el público cantó a pleno pulmón. Después de todo lo que Vetusta Morla nos contó durante esa noche, les quedaron fuerzas para un potente mensaje final que resumió la canción y el concierto: “sin carbón no hay Reyes Magos”.